MALDICIÓN PSICOANALÍTICA
-Presentación en el ciclo Psíquico Rumiante #2-
25 de junio de 2015
(Video: Mariano Fernández)
https://drive.google.com/file/d/0BxWUWk9GI770TlBPc18zVUNselk/view
"Escribo para librarme de mí y poder entonces descansar"
TENER UN NOMBRE YA ES BASTANTE
TENER UN NOMBRE YA ES BASTANTE
Mariana
Marianita Mari Marieta Marioneta
Maru
Mau.
Maus Mauci Mauchi
Mauri Mauricia
Mauritania
Miau Magu Muy
Mauge Maui Mauriana
Maura Maula
Mauli Maulita
Mau Tse Tung
Mau-Mau Mausolin
Mausoleo
Mao.
Tener un nombre ya es bastante:
yo tengo mauchos.
jueves, 30 de julio de 2015
martes, 28 de julio de 2015
DEJE SU MENSAJE DESPUÉS DE LA SEÑAL
piiiiiiiiiiiiip
A ver,
querida mía,
¿querrías hacerme el favor de dar alguna señal de vida si es que quedamos en hablarnos a cierta hora de cierto día para hacer algo, en vez de desaparecerte dejándome a merced de mi paupérrima capacidad de improvisación, un sábado a todas luces menguado por la promesa de la derrota?
¿podría ser?
Estoy flaca y emputecida
de noche perra y fría ¿no ves?
¿no ves mi alerta meteorológico?:
-hay una fuga de gas
en la cocina que mamá me regaló
para pasar el invierno aullando
en un sótano-.
Igual, no te preocupes,
el gasista miente,
el alerta meteorológico miente
y mamá no miente, a veces exagera.
Pero vos,
¿podrías hacer sonar la maldita matraca?
Un tubazo, un tubazo alcanza.
Pero por favor, no me dejes hablando sorda
de decirme la verdad a toda costa.
de decirme la verdad a toda costa.
Llamame-no-seas-mala.
Llamame aunque sea para decirme que a vos también.
Llamame y decime que a vos también te acobarda la noche
como si tuvieras cuatro años
y durmieras sola
en un burdel
en un burdel
de la frontera.
domingo, 26 de julio de 2015
sábado, 25 de julio de 2015
jueves, 23 de julio de 2015
Crónicas de una Guardia de salud mental I
De nuestra corresponsal exclusiva: Damiana Jara
JURAMENTO HIPOCRÍTICO
No siempre, pero algunas veces TN manda en la pantalla de la sala de médicos. Entonces se monta el show de la indignación. Los Unos putean a coro porque aumentan las cuotas de los colegios privados de sus hijos, subvencionados por el Estado. Después se organizan mejor y se turnan para comentar que Melina Romero era una pobre villera, demasiado trola y con esos padres que ahora lloran pero que tendrían que haberla cagado a trompadas antes. Al motochorro televisado robándole la mochila a un bicisendero extranjero (pero ario), directamente hay que matarlo. A todos, bah, hay que matarlos a todos, repiten con fervor los Unos, creyéndose originales. Los Otros -en penosa minoría-, amparados en que nunca queda claro a quién le hablan los Unos, callan. Apenas se miran de reojo entre sí, por lo bajo, antes de seguir en lo suyo: vaciar el mate, escribir el libro de guardia, consultar un vademecum, tomar nota mental para después subir una crónica a facebook. El guión de la indignación de los Otros es claro: prescribe que la clave es reprobar los comentarios mordiéndose imaginariamente el labio inferior y sacudiendo imaginariamente la cabeza de lado a lado. Pero nunca jamás se debe mirar de frente a los Unos mientras hacen caca en público. Un poco de pudor. Hay que hacer como que no escuchamos. Y hacemos. Hacemos todos lo que hay que hacer.
Pero esto es una guardia y cada vez que se monta una escena, al revés que en la pantalla, no tarda mucho en desgarrarse el telón de fondo. Siempre el mismo tajo, siempre en el mismo lugar del decorado: la puerta que abre de golpe la mina de admisión avisando que afuera hay un motochorro baleado, esposado en la camilla. Parece que tiene comprometido el hígado. Qué loco, pienso, yo también tengo comprometido el hígado, acaban de pateármelo los Unos. Pero un balazo en el hígado perfora cualquier metáfora; afuera hay un tipo que se desangra. Entonces los Unos interrumpen sus diatribas y los Otros su indignación secreta, y corren todos juntos, como médicos en una guardia, para salvarle la vida al motochorro que se sale de la pantalla. Yo sé que la adolescente violada y golpeada también va a llegar, hoy o mañana, pero va a llegar. Siempre están llegando cuando no descartan sus cuerpos en un baldío del noticiero de la tarde. Y cuando llegue, los Unos y los Otros también correrán a curarle las heridas, a salvarla de lo que puedan. Ninguno se atreverá a preguntarle qué tenía puesto cuando pasó lo que pasó, o si estaba demasiado maquillada.
Quedan algunos dando vueltas en la sala de médicos, pero estoy sola. Trago un mate frío y homicida para darle pelea a la náusea. Me hablo bajito: soy psicoanalista, estoy advertida de la disociación del ser hablante, sé de la división insondable del sujeto que nos condena a la contradicción, sin mencionar al aparato mediático engordando la psicosis social como a un chancho navideño, y bla bla bla. Lo sé. Pero aún así, la náusea insiste: ¿cómo es posible? ¿cómo se puede…? ¿qué tiene esta gente en la cabeza? ¿qué mierda tiene esta gente en la cabeza? A veces no tengo tiempo de ser simbólica. Y en una guardia, menos. Cuando vuelven los Unos palmeándose la espalda satisfechos, lo único que quiero es partirles el cráneo con un hacha. No, no es violencia, lo juro. Lo juro hipocríticamente, tal como juramos todos acá. Es que de verdad necesito saber qué tienen adentro.
miércoles, 22 de julio de 2015
UNA Y DISTINTO
Distinto siempre es igual.
Distinto no va muy lejos.
Distinto no tiene tiempo.
Pero Una se sienta lo mismo, fuma lo que le caiga,
y espera. Agita un piecito en el aire, se habla bien despacio y en voz alta aunque esté sola. Distinto no llama, no cree en nada y por la mañana, apenas nomás levantarse, tiene mal aliento. Mentira: Una quisiera decirse que lo que mata es el mal aliento, pero Distinto: huele bien. Una lo ama, sin lugar a dudas, porque huele mejor que Una. A Distinto se le escapa un perfume por cualquiera de sus rincones –sin querer se le escapa- y Una ya está regalando la nariz a cambio de pasarle la lengua a Distinto.
Distinto es así y asá cuando habla de sí mismo, pero así y asá no quiere decir nada, así que ojo con Distinto, que además se hace el distraído. A Distinto no le importa definirse porque es una fragancia enloquecedora que se desparrama, y Una no puede evitar recogerlo. Una no tiene ganas o quisiera no tener ganas y da lo mismo, igual, lo recoge. De nada le sirve a Una preguntarse todo el día lo mismo, porque intuye, se lo huele, no tiene remedio. Una a Distinto lo siente llegar desde antes de que aparezca y continúa a su lado mucho después de la despedida: y es por el aroma. Una adivina, explica, intenta, baraja, especula. Una es un sabueso, ¿cómo puede Una arrancarse el olfato y quedar inmune? Hay cosas que aunque se puedan, no pueden ser deseadas, y Una no puede más. Es que Una no ama a Distinto. No. Una en el fondo sabe (o sabe que debería saber) que ama la distancia que la separa de Distinto. Cuando Distinto aparece, lo traiciona todo. Por eso aparece poco y Una lo espera siempre, porque Distinto es una promesa.
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